Saturday, February 10, 2007

Javier muestra sus preocupaciones (http://elasesinofloral.blogspot.com/2006/10/pldoras-para-ser-feliz-en-el-trabajo.html )

“Píldoras para ser feliz en el trabajo”: ¿medidas para lograr felicidad o efectividad? Implicaciones morales. Condicionamientos en la emergencia de los psicofármacos.Por Javier Vega GómezPartamos del sumario de hechos: en una empresa francesa, “Verizan”, se instala la primera máquina expendedora de psicofármacos destinados a erradicar la depresión y el nerviosismo de sus trabajadores. Esta descripción de los hechos tiene una ligera diferencia respecto a la realizada por el articulista de quien parto para la reflexión, Vicente Verdú, donde yo digo “psicofármacos destinados a erradicar la depresión y el nerviosismo” el periodista dice: píldoras para mejorar los rendimientos [de los trabajadores] en los horarios de trabajo”.
La diferencia lejos de ser irrisoria es de un calado bastante importante, el escritor ya desde el primer momento sentencia a la empresa de hacer una manipulación de las condiciones subjetivas de los trabajadores para que estos sean mejores en su profesión, más eficaces y eficientes ¿es esta la verdadera intención de la empresa? Yo coincido con la opinión del autor, pera tal opinión necesita de argumentación, la cual no aparece desarrollada en el artículo, por ello considero pertinente hacer las siguientes preguntas: ¿se preocupa la empresa por la felicidad y la calidad de vida de sus trabajadores? o ¿la única preocupación de los empresarios es que sus operarios sean más efectivos y eficientes? Pregunta ésta que va inevitablemente unida a la siguiente, ¿resulta más rentable dopar a los trabajadores mediante psicofármacos que permitirles un tipo de vida más cómodo aunque las consecuencias sean las mismas, mayor rendimiento como consecuencia de una mayor felicidad?Como ya he dicho comparto la opinión del autor, por ello me inclino a pensar que los empresarios tienen la única preocupación de que sus operarios sean más efectivos y eficientes y que si la felicidad es un condicionante para tal efectividad y eficiencia la manera más rentable de lograrlo es mediante psicofármacos que con horarios de trabajo más flexibles o mejores salarios, por ejemplo. Y creo esto porque me considero testigo de una sociedad en la cual se ha producido una degradación de una concepción moralmente buena de la vida a través de la imposición de una concepción económica de la vida, en la cual lo moralmente bueno es sustituido por lo rentable. El síntoma quizá más perverso de esta degradación es la utilización del individuo no como un fin íntegro, sino como un medio. Resulta pertinente, llegados a este nivel de la argumentación, plantearse si la utilización del individuo como medio es una consecuencia inevitable y cruel de la vida en sociedad. Es decir si bien la vida en sociedad surge como una forma de suplir la necesidades a las que el individuo se enfrenta, idea ésta que ha tenido una gran resonancia en toda la historia del pensamiento desde Platón hasta Freud, todo individuo tendrá “ una relación con los otros individuos considerando a estos como un medio para un fin y nunca un fin es sí mismo” por lo que este uso es inevitable ( E. Fromm. 1941, pag.34). Si dejáramos esta opinión tal y como se encuentra hasta el momento estaríamos permitiendo y dotando de impunidad un tipo de vida que olvidase totalmente el componente moral, por ello digamos que ésta es un verdad pero a medias ya que si bien hacemos un uso del individuo como medio no podemos por ello hacer un uso desmedido de él, un uso que violase su integridad. Por esto mismo el reino de los fines propuesto por Kant pude seguir siendo un fin, válgame la redundancia, al que alcanzar, el fin de considerar al individuo desde su integridad aunque a su vez sea un medio para nuestras satisfacciones. Por ello podemos decir que si en el argumento de E. Fromm hay una verdad y una trampa, en el argumento de Kant también. Y por ello también podemos decir que si es necesario el uso de los individuos como medios tampoco se puede olvidar su integridad y su configuración como fin en tanto que son en potencia individuos. Esto raya en última instancia, y volvemos así al tema aquí tratado, a que el uso de psicofármacos para mejorar la eficiencia de los trabajadores es una violación de la integridad de estos como individuos ya que merma su capacidad de autoproporcionarse felicidad a la vez que es un aditivo a la vida biológica del sujeto que enmascara una vida realmente insatisfactoria. Por lo que en realidad se está camuflando un uso cruel de un individuo que no es feliz a causa de la presión ejercida por la empresa, recordemos que lo que pretenden evitar estos psicofármacos es la depresión y el nerviosismo y que aquella puede surgir por la frustración de no cumplir unos objetivos irrealizables y el nerviosismo a causa de un continuo sentimiento de competencia, síntomas estos muy enraizados en el tipo de vida vigente y que en parte es lo que buscan las empresas: el conseguir objetivo que siempre estén por encima y ser competentes en el mercado.Un punto que no quisiera obviar es saber si es moralmente legítimo el uso de la farmacia para autoproporcionarnos la felicidad. Éste resulta ser un tema de un cariz ciertamente arduo y quizá la resolución de la cuestión gire en dilucidar hasta qué punto el individuo es capaz de hacerse feliz a sí mismo, con su propia complexión biológica, es decir si puede darse el caso de que algunos individuos estén impedidos biológicamente para ser felices. En este caso los psicofármacos serían totalmente necesarios ya que posibilitan la felicidad y a su vez serían moralmente legítimos. Pero no ocurre lo mismo cuando en realidad no es el individuo el que biológicamente se impide la felicidad, sino que el culpable es el propio sistema, entendiendo por este todo el conjunto de relaciones en la que el individuo se ve inmerso, desde las relaciones económicas a las interindividuales. En este caso el uso de psicofármacos no es una necesidad sino un suplemento para superar una situación degradante, en este caso lo moralmente bueno sería actuar sobre un sistema que resulta opresivo y bloqueador de las potencialidades individuales que emanan de su felicidad. Es en éste último caso en el que nos encontramos con la noticia aquí señalada. Con esta puntualización logramos identificar como inmoral tanto el suministro de psicofármacos por parte de la empresa como la autosuministración de los mismos porque estos son parte de un mecanismo de autocomplacencia con el sistema, o lo que es peor son el último recurso para lograr la tan ansiada felicidad, siendo aún más sumisos. En este caso la sumisión en tanto que impide la movilización hacia el cambio es moralmente rechazable.En último lugar quisiera saber cuál es el núcleo generatriz de una medida como la de crear psicofármacos, es decir cuál es su utilidad y por qué sintoniza con la cultura actualmente vigente. En esta profundización me remito en última instancia a lo que M. Foucault llamaba arquitectura del saber, es decir al estudio de saber cuáles son las condiciones que posibilitan la aparición de los saberes singulares de cada época, para este análisis identifico la psicofarmacia como un saber concreto. Al respecto creo que la cuestión clave radicaría en saber cuál es la utilidad de tal saber. Pues bien en mi opinión la utilidad de tal ciencia sería la reinserción de locos o, en este caso, de deprimidos en la maquinaria que constituye el sistema, mediante una técnica como la psicofarmacia que afecta directamente al componente biológico del individuo. Esto daría sentido a que tal saber aparezca en un momento en el que las enfermedades psicológicas son una triste moda provocada por un tipo de vida que exige en demasía al individuo, más de lo que puede dar y que también le exige recibir más de lo que necesita para vivir. La psicofarmacia sería por ello una forma de subsanar los problemas que el propio sistema crea. Pero no podemos ampararnos en su carácter de solución para dotarle de legitimidad, no podemos olvidar que es una solución poco moral para un problema que emana de una situación también inmoral.
posted by Javier Vega Gómez

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